Este libro parte de una preocupación por delimitar el trabajo de la orientación en las escuelas, para ello se realiza una investigación en la cual se recogen las demandas de los centros educativos hacia la figura del educador, las posibilidades reales de trabajo que tenemos, los problemas de relaciones entre los diferentes estamentos de un centro educativo y sobre todo cómo poder llevar a cabo un proyecto sin morir en el intento.
Es un libro con el cual te sientes muy identificado, porque los ejemplos que pone los hemos vivido todos los que nos dedicamos a esta profesión y además hemos pasado por varias etapas, en las que te crees que puedes conseguirlo todo hasta que te das cuenta de que no es así, que hay muchos impedimentos para sacar nuestro trabajo adelante, y que muchos de ellos parten de la infraestructura de los propios centros y de la falta de consideración que se tiene a nuestro trabajo, donde nos confunden con psicólogos clínicos, asistentes sociales y sobre todo con "magos", que tocamos a cada alumno con nuestra varita mágica y automáticamente se "cura" de todo sus males.
Hay alumnos que "molestan" en las aulas, y nos piden que los atendamos, el profesor tiene su propio diagnóstico, los padres otros, los directores otros y en la mayor parte de los casos nosotros tenemos otro. ¿Cómo conseguir que se tenga en cuenta nuestro diagnóstico y nos apoyen en la labor de mejora de ese alumno? De esto trata este libro. Aunque se escribe en Italia y allí la educación se organiza de otra manera, muchas cosas nos pueden servir en España. Se hace recomendable una revisión del libro al momento actual, puede ser un buen proyecto de investigación.
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