La curiosa verdad de porque me decidí a leer este libro es la siguiente, de pequeña una compañera de colegio se llamaba Cristina López, así de simple.
Y esta otra Cristina me ha resultado un agradable descubrimiento, he disfrutado cada página de este libro, sobre todo las descripciones, aun recuerdo la tormenta... Y ese uso de las palabras, esa combinación ingeniosa e imposible de dos palabras que rara vez van juntas, pero que ella dota de otra dimensión y que producen en el lector una parada y una sensación, así a cada paso y sin dejar de que ocurran cosas.
Es un libro dinámico, rápido, tierno, dulce, cruel y duro todo al mismo tiempo y cocinado a fuego lento en las cocinas de una generación tras otra de los Laguna.
No puedo dejar de recomendar esta joya y no veo el momento de leerme otro libro de Cristina López. Mil gracias por este regalo.
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